Tuesday, September 29, 2020

Pulpa

Flotaba sin prisa, como quien sabe hacia donde se dirige. Con la ligereza de quien lleva poco equipaje. El brillo de sus tentáculos marcan el camino. La pulpa de sus carnes domina el espacio negativo de la noche. No hay hueco para el miedo. Se mueve sin abrir los ojos, reconociendo el camino.

Tuesday, July 17, 2018

Flor de cerezo



This story came to me in peace and gentleness  Lo escribo en inglés por que siento que con esas palabras lo describo mejor. En esos días la compañía fué tan necesaria, como esa mañana a solas. Ese día tomé una ruta distintos a uno de mis bosques favoritos en el mundo. Apenas ví a alguna persona en el lugar, pero no había miedo. Tampoco había muchas flores, pero sí había la emoción ante la antelación de la primavera. Estar cerca de agua, en especial aquella que fluye; constituye sin duda uno de mis mayores placeres en esta vida. El otro lo es estar rodeada de naturaleza. Igual que la compañía de mis abuelos, siempre aprendo algo. A veces es un susurro que no comento. En otras son peces nadando y jugando hasta donde está la corriente. Esta historia vá dedicada a todas las personas de manos trabajadoras, ásperas, cortadas y cansadas, como las de mis abuelos. También a los que han trabajado tanto que tienen zanjas en el cráneo de tanto cargar agua. Mi abuelo Pedro (Pollín) era tan fértil, que hasta su cabeza parecía que acababa de ser arada.
Pero sobre todo, a eso resilentes, que deciden extender su bondad, sin esperar más.


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Sucedió que el árbol se enamoró del riachuelo.
Y es que sus raíces se sentían cada vez más a gusto en aquella tierra húmeda. Poco a poco el árbol de flor de cerezo se fué estirando hasta poder ver su reflejo. Sus extremidades fueron alargándose más y más, hasta crearle una fluída  curvatura.

En una ocasión el río creció a sus anchas y casi lo arrebata de sus cimientos.  El río es río. No tenía otra manera, sino la de fluir. Los peces juguetones a veces picoteaban de las raíces y flores del árbol. El árbol comenzó a entristecer. Pero al estar tan sumergido, cómo se regresa a tierra? Mientras el río, parecía a veces un caminito de agua y se abría paso a nuevos cauces.

Una mujer que constantemente buscaba agua en el área, lo observaba y pensaba en lo glorioso que solía ser. Mientras lavaba sus manos resecas y gruesas, se comparó con aquel árbol. Inmediatamente fué y le acarició. En ese momento, migajas de corteza muerta se desprendieron de ambos. La mujer agarró baldes y comenzó a bañar su sequedad. Decidió agarrar el pedazo de madera que constantemente cargaba en sus hombros para balancear su agua y la colocó debajo de la rama caída del árbol. Se quitó la banda de su frente, se secó el sudor y la amarró al árbol.
Ese día hubo menos agua en su hogar. Pero sintió un paz que no había sentido en mucho tiempo.

El árbol siguió buscando al río, el río siguió cruzando surcos. Eventualmente el árbol se convertiría en uno de los árboles más fuertes y rosados del área. Gente comenzó a frecuentar el área para ver su esplendor. La mujer enseñó a otras generaciones a levantar árboles caídos.     El río cambió de cauces,  pero nunca dejó de frecuentar los árboles.
Han pasado más de 1,000 años en Japón.
Y aún se siguen viendo los soportes de madera: tocando árboles, tocando ríos.

Tuesday, December 15, 2015

Monday, October 19, 2015

Kimchi

Llevan 23 minutos en una fila para comer, cuyo menú no pueden leer.
Cuando falta solo una persona para ordenar, se dan cuenta de que el es alérgico al gluten, ella no come cerdo y ninguno de los dos quiere sandwich.
- Pero y que hacemos en esta fila?? Permiso..donde usted compró esto?
- En aquel lugar del letrero blanco.
- Gracias. Yo digo que es mejor decir que perdí ese tiempo a comerme lo que no quiero. 
- Vamos.
Llegaron al lugar que querían, con los platos servidos y con la lengua hecha agua. 
- Como en la vida..esperando lo que no se quiere, cuando lo que se espera esta a la mano.
El kimchi activaba el paladar.
El esmago se preparaba para digerir la idea. 
La cabeza se les fermenta.

Tuesday, September 15, 2015

Las martinícas

Ella trataba de escribir el cuento del italiano que le había dicho que no pudo dormir la noche antes y que se puso a leer a Alicia en el país de las maravillas.
- Conoces tú este cuento?
Ella asiente con una sonrisa. 
Entre café y caminatas de las maravillas, cambia de tema a que él solo sabe hacer un postre.

- Las galletitas de chocolate y cacahuate, que me enseñó a hacer Martín. Él es argentino que vive San Cristobal en México y las vende allá.
Y mientras el daba detalles minusciosos de las proporciones de los ingredientes, ella  como siempre imaginó a cuaquier mujer llamada María chapoteándo en un char o.
- Yo lo termino con un baño de María.
Ella sonrió. La descripción chocolatosa la dejó preguntándose cómo sabrán. 
- A todo mundo gustan y siempre que las hago, no se pierde ni una. 
Decía el con dedo levantado y toda seguridad. 

Esa noche sus pies correteaban un pueblo nuevo. Alguien le vé y le saluda a él. Alguien la vé a ella y dice:
- Y para la srta. que se quedó solita..aquí le tengo las galletitas!
- Postre antes de comer! Por que nó! De qué son?
- De chocolate y cacahuate. 
- Me llevo dos!
El regresa y le dice:
- Mira..la martinicas! Chocolate y cacahuate, como las de Martín.
- Oh..wao..es que Martín es un amigo argetino..
- Es que yo soy Argentina! Y a mí quien me las ha enseñado fué Martín. Vamos..si mi hijo trabaja con él allá en San Cristobal!
- Noo!!
Rieron y festejaron la casualidad del asunto. Ella con maní en los dientes y chocolate en el paladar le pregunta el nombre.
- Me llamo Alicia.
Sale otra carcajada. La boca tiene un dulce más intenso que el azúcar. 
- Que grande es este mundo tan pequeño!





Monday, December 15, 2014

Komo kien retolla



Al poko tiempo de mudarme a Texas, sembré unas 3 sábilas k no median mas de 2 pulgadas. Para ese tiempo un amigo se mudaba y me regaló tiestos. No solo krecieron, sino k se multiplikaron, me llenaron el balcón y terminé komprando mas tiestos. Probé de los mejores tamarindos en mi vida. Lo sembré, a pesar de k nunka he logrado krecer un árbol de una de mis frutas favoritas. Komo en una semana empezó a aparecer verde!  Toda una vida soltando semillitas y se dió así: fuera de su ambiente natural y kuando menos me lo esperaba. Una vez alguien me preguntó, k si pensaba sembrarlos en el cemento de mi balkón. Sonreí: "desde k krecieron supe k voy a resembrarlos en kualkier otro sitio y k no necesito komer de su fruto. Solo estoy esperando k estén mas grandes y fuertes. Mientras, me kontento kon verlos." 

Se me hace difícil tener maskotas. Asi k decidí alimentar a las aves libres. Me llenaron el balkón y me depositaron una semilla, k resulto en otra planta. Un día fui a botar la basura y encontré un bejuko de una enredadera violeta. La puse en agua y esa misma semana regaló 3 flores lilas. Siguió echando hojas y kasi semanalmente tiene una florecita. Me regalaron parchas k krecen en un árbol de mango. Las usé en jugo. La káscara fue a la tierra y krecieron hongos. Las semillas las eché en tiestos k tienen otras plantas y hoy vi k andan retoñando. O komo diríamos nosotros: retollando!
K pk lo eskribo? Pk me da genuina alegría! Pk me rekuerda el sonido del agua en las plantas.  Mi abuelo las regaba, durante kada amanecer. Esa solía ser mi alarma para despertar a la eskuela. Y kada cierto tiempo kambiaban..unos pimientos morían, para dar paso a palos de gandules, los desgranabamos, se hacia arroz y me daban las káskaras para echarlas al tabako o al palo de pana, k daba los tostones y kuyas hojas se iban a las palmas de koko o las matas de guineo, k alimentaban las panzas de muchos. 

Esta comprensión simple de interakción ...k aunke lloviese, mi  abuelo iba a verlas, las saludaba a ellas, a mi y a mi hermana por la ventana, sin hacer pausa en su silbido. Ni aún kuando sonreía. Pk a pesar de ser medio sordo, siempre eskuchaba mi silbido. Sera k hay gente asi, k eskucha lo k otros obvian.. Nunka se molestaba pk yo le acompañase kon el mío, a pesar de tener otra melodía. Supongo k den parte de eso trata la armonía.  Saber k kada uno tiene su ritmo, pero k de alguna extraña manera se enlaza. K es maravilloso sentarse y poder komer del fruto. Pero k de igual manera la alegría misma esta en la vida: en el olor a tierra, a lluvia, a ver el verde krecer, saber k un día un invierno lo puede regresar a la tierra. Verlos menguar y alegrarte al haberlo recibido todo, sin haberlo esperado.

                                                                                                       regalo de aves


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 septiembre 29 2020

Y un tiesto de esas sábilas llegó a California. Se ha reproducido tanto que ayer dejé unas pocas afuera con raíz, pero sin tierra. Para que quien las adopte, no lo haga por que trabajo está todo hecho. Por cada planta dejada, me encuentro unas dos o tres. Tengo orquídeas de las que la gente se deshace, por que ya no tienen flores. Tengo plantas completas de pedazos que tiró alguien en una podada. 

Sigo teniendo envases con agua para aves. Siempre que decido mudarme, lo primero que pienso es: a quien le dejo las plantas y cuales se van conmigo. 

Cuidarlas es un tipo de meditación. Me concentro en las ojitas secas que hay que remover, en la cantidad justa de agua o en añadir tierra. Nunca había luchado tanto en remover plagas, como en este año. Utilizé varios remedios caseros, pero los áfidos se multiplicaban. Ya cuando me daba por rendida me dije: será esta una de las mucjas lecciones que me dá este mundo? Por que mira que son persistentes...

En ese momento el libro en audio que escuchaba menciona algo como:
Los áfidos crecen nutriéndose de las plantas. Cuando ya han sacado todas sus vitaminas, evolucionan y crecen alas, para poder moverse a otras plantas y seguir el ciclo.
Tuve que lavarme las manos y volver a escucharlo. El libro que escuchaba no es de jardinería y no me atrevo a llamar al tiempo casualidad. Sigo matándo áfidos. Pero ahora con una nueva mentalidad.

Tuesday, July 29, 2014

Historias macroscópicas


El kontesto mis Historias mikroskópikas kon esto.




Si un paramecio (o paramecia) se puede reproducir tanto asexual como sexual… como pasa una o la otra? Ellos (o ellas) lo deciden? Se encuentran…? o rozan sus cilios por equivocación y empiezan el baile de saberse compartiendo su material genético… y fusionando sus núcleos? O es meramente un proceso circunstancial... “natural”? un encuentro de detalles necesarios? Algún tipo de destino microorganismico? Un momento único? o todas las anteriores…? Nacerá la semilla del sembrador parabolezco sola y únicamente en la tierra de mejor colorido?

Hay quien dice que cada historia tiene el mismo comienzo. Que es un momento. Diminuto. Una pequeña semilla que se siembra en un instante en el tiempo... una pequeña nota en una melodía. La primera idea siniestra. El primer ladrillo que se cae. El primer sabor. El primer olor. La primera lágrima… la primera sonrisa… la primera mirada… el primer espejo. Toda obra maestra y todo acto siniestro (dicen) respiran en una primera pincelada. Paramecios que encuentran una gota de agua dulce donde multiplicarse. Y luego para entenderla solo hace falta aquel… el lente que la magnifica… que la atrapa… la recrea… la juzga… la limita. Como los microscopios. Gentes-microscopio… libros-microscopio… escuelas-microscopio… religiones-microscopio.

Ahora… trece años después… el sabia que no. Que la cosa no era tan sencilla. Trece años antes la historia comenzaba justo allí… en aquel anfiteatro frio y húmedo. Cuando la vio… cuando la escucho… cuando ella le dio la mano acompañada de un “Dios te bendiga”. Con aquel traje azul que pensó nunca olvidaría. Con una flor. Con las tardes de repasos de psicologías. Con las notitas que se escribían en la facultad de derecho. Con Kandisky en el museo de arte. Con el olor del primer abrazo. Y el dolor del primer beso. Con la foto de un día cialeño que se hacía noche.

Y trece años antes la historia terminaba también justo allí. En aquel mismo anfiteatro de pedagogía. Con la noche que la espero hasta cansarse. Con la noche que decidió partir. Con sus ojos mojados respirando el polvo de las ventanas riopedrenses… podrido de odio… queriendo vengarla. Con su alma lejana y el corazón mudo. Trece años antes eso era todo. Pequeñas historias microscópicas. Unidas y distantes a la misma vez. Ligadas por circunstancias ajenas… desgarradas por la incomprensión. Por la mezquindad de creerse conocedor del fin de la historia… las historias.

Ahora… trece años después… él sabe que no. Que no hay forma de mirar atrás y ver el principio de los hilos que los unen. Porque ella ya le había visto y se atrevió a quererlo sin conocerlo. Porque el ya le había sonado. Sin saber que era ella… la de antes y la de ahora. Porque cuando él la vio… ella cantaba. Porque ella lo encontró en el rastro de un canto. Porque ni siquiera comienza ahí… ni con la historia de un traje azul… ni con la historia de una canción. Su historia… la de el… la de ella… es historia pasada… es historia futura… es la historia de todos.

Ahora… trece años después… el volvió a creer en todas las historias. Sin lentes… sin juicios… sin limitaciones… solo por fe. Porque si su historia era cierta solo podía serlo atada a todas las demás… porque  las demás… microscópicas o inmensas… también se hacían ciertas en la de ellos. Ellos eran la historia de paramecios en cambio… en evolución… para después alzar vuelo… ellos eran la historia de la extinción… de la supervivencia. Eran la historia de todos aquellos nómadas en busca de algo mejor. Eran la historia de crueles guerras… de grandes amores… eran la historia del camino a oriente buscando nuevos sabores y olores… eran la historia de torres que se caen para saberse vulnerables… la historia de todas las luchas de todas las mujeres… de todos los niños y niñas… eran la historia del abuso de los hombres en nombre de Dios… eran la historia de una cruz y del más grande amor y del perdón para encontrarse redimidos.

Trece años después… todas las dudas se hicieron cenizas… los paramecios bailaron en un charco cualquiera… y las semillas se reían a carcajadas… de los campos fértiles. Las mismas carcajadas que soltó el cuando ella le dijo lo mismo que él quería decir… y en un momento microscópico le devolvió: “yo la amo a usted”.